Medio Ambiente
Barbara Grane  

Impacto social de la bicicleta, un medio ideal para multiplicar beneficios

Las empresas pueden ser una actor clave del cambio social al fomentar el uso de la bicicleta en sus empleados y red de colaboradores. A continuación, una guía de beneficios y buenas prácticas a implementar.

En este último tiempo hemos hablado mucho sobre las políticas de impacto social de las empresas o sobre la famosa Responsabilidad Social Empresarial (RSE). 

Dicha categoría, cada vez más en auge y relevancia, tiene que formar parte de la esencia de cualquier organización privada, sin importar su tamaño, operación o rubro.

Sin embargo, mucha gente suele asociar este nuevo paradigma de responsabilidad a políticas de enorme alcance y envergadura. Y no es así en absoluto.

Los impactos de una empresa en sus “stakeholders” son tan amplios y variados como esa propia comunidad o grupos de interés. Hablamos de accionistas de una empresa, pero también de sus trabajadores, inversionistas, proveedores y comunidad en general.

Es por eso que es esencial tener en mente también políticas que en principio pueden parecer muy pequeñas pero que si se sostienen en el tiempo bien puede ser transformadoras y generadoras de un gran impacto socioambiental.

El desarrollo y la promoción del uso de la bicicleta es una de esas políticas.

Las ventajas de la bicicleta como motor de cambio social

Antes de adentrarnos en las políticas posibles para fomentar el uso en nuestra comunidad y ecosistema, es importante repasar las ventajas que ofrece la bicicleta a la sociedad como medio de transporte.

Entre las principales áreas donde podemos registrar su impacto se encuentran:

  • Salud. 

En principio, debemos señalar una cuestión casi obvia: el incentivo a la actividad física que su uso provoca. Según diversos estudios, utilizar la bicicleta de manera sostenida mejora la salud cardiovascular y ayuda a disminuir hasta un 10% el riesgo de accidentes cardiovasculares. 

Se ha demostrado que las personas que usan la bicicleta suman dos horas de actividad física adicional por semana, simplemente por escogerla como su medio de transporte habitual. De esta manera, además, ayudan a prevenir cuadros de obesidad ya que los ciclistas suelen perder grasa corporal de manera casi involuntaria.

  • Medio ambiente. 

Al no estar asociada a ningún tipo de combustión, la emisión de gases de una bicicleta tiende a cero. Por supuesto que hay modelos híbridos que combinan tracción humana con motores a combustión o eléctricos (los más comunes). 

Sin embargo, aún en esos casos, el nivel de contaminación es mucho menor que en un auto. Incluso comparándolos con los autos eléctricos. Según un estudio de la Universidad de Oxford, conducir una bicicleta eléctrica o “ebike” ayuda a reducir las emisiones de carbono diez veces más que hacerlo a bordo de un automóvil eléctrico.

  • Economía. 

Acá son muchos los puntos a destacar. El primero, y más obvio, indica que la bicicleta es un medio de transporte mucho más accesible y económico que cualquier automóvil o moto del mercado. Incluso los modelos más caros e híbridos se encuentran bien por debajo de esa línea de precios.

Pero su impacto en la economía no es solo individual. En efecto, el uso extendido de la bicicleta, con una adecuada red de bicisendas, impacta de lleno en la economía urbana, reduciendo la traza de nuevas autovías y evitando problemas de congestión. 

Para poner un ejemplo rápido: un carril de bicisenda de 2m de ancho tiene una capacidad de por lo menos 2000 ciclistas por hora, correspondiente al número de coches que pasan por una vía de circulación de 3,5 m.

Prácticas para fomentar el uso de la bicicleta en las empresas

Por otro lo dicho anteriormente, es importante que las empresas que pueden, armen un plan de fomento del uso de la bicicleta para sus empleados. E incluso proveedores y red de colaboradores. Entre las buenas prácticas que ese plan puede incluir se destacan:

  • Disponer espacios cerrados donde poder estacionar y guardar las bicicletas de manera segura. 
  • Fomentar horarios de trabajo flexibles, facilitando el movimiento en bicicleta en función de las circunstancias de cada empleado. 
  • Ofrecer incentivos o beneficios añadidos a los que adopten la movilidad activa en sus desplazamientos laborales y los pongan por delante del desplazamiento en vehículo privado a motor.
  • Organizar campañas de adquisición de bicicletas por parte de la empresa. En su defecto, también pueden ser campañas de financiación con términos y condiciones flexibles para quienes deseen adquirir bicicletas.
  • Priorizar proveedores, sobre todo de mensajería, que utilicen la ciclologística en sus repartos.
  • Organizar actividades o recorridos en bicicleta dentro del horario laboral como herramienta de “team building” o fortalecimiento del equipo interno.

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